lunes, 15 de marzo de 2010

MONUMENTO A LA BELLOTA


LA VANGUARDIA ESPAÑOLA
Edición del Sábado 27 de abril de 1974


Parece el título de un «artículo de humor, pero es información seria y pura. En Guadalmez (Ciudad Real), y a orillas del río Guadalmez, se va a levantar un monumento a la Bellota. El monumento, al que sólo conozco por la fotografía de la maqueta, podría ser aún más feo ya que todo, incluso lo horrendo, es perfectible. Pero tal como aparece en la fotografía de «ABC» es ya motivo suficiente para que alguien propugne una Asociación (no política) de Afectados Estéticamente por el monumento a la Bellota. Sobre una descomunal hogaza en piedra, aparece un extraño mojón pétreo de cuatro lados, en cada uno de los cuales la imitación de un pergamino clavado perpetúa un texto del Quijote, sobre el que campea una cruz que recuerda a la de Calatrava o a la de Alcántara, aunque de lejos. Encima de este mojón, como un perro sentado, está la bellota, con su granulado dedal y Una ramita de encina.

Hasta aquí la parte como naturalista del monumento y, al lado, un estilizado Don Quijote mucho más cerca de los ferruginosos remedos a base de tenedores viejos que de las síntesis de Henry Moore. No sigo para que no les de un pronto cardíaco a Antoni Tapies o a Gustavo Torner. Pero si los artistas españoles se aviniesen a salir un momento de las moquetas y aceros inoxidables de sus torres ebúrneas, para ejercer públicamente las responsabilidades de su magisterio, se llegarían hasta Guadalmez y armarían la de Dios es Cristo. Este comando, en el que podrían formar Pablo Serrano, José María Subirachs y Eusebio Sempere, entre otros, no actuaría en defensa del arte (ya que el arte se defiende solo), sino en defensa de los ribereños de Guadalmez, que mientras el Fuero de los Españoles y la selectividad universitaria no demuestren lo contrario, no deberían ser considerados ciudadanos culturales de tercera división.

Porque este artículo no se escribe contra las bellotas, honrado alimento de cerdos bucólicos y niños de postguerra, sino contra los promotores de desaguisados monumentales. Ni en defensa de los escultores, sino de los contempladores de estatuas. Nada tengo contra la bellota, tan merecedora de un monumento, seguramente, como el general Espartero, pero puestos a homenajearla en bronce, los criterios belloteros no deberían haber primado sobre los estrictamente urbanísticos o estéticos.

La estatua de un salvador de la Patria puede no parecerse al David de Donatello, sin que la ligereza municipal de erigirle sea irreparable. Este tipo de estatuas suelen ser desestalinizadas a su tiempo y, en su solar profanado, volver a florecer el tulipán. Pero una estatua a la bellota puede durar para los restos y de ahí que la responsabilidad cultural del Ayuntamiento de Guadalmez en la hora presente exceda con mucho a la del Ayuntamiento de Málaga a la hora de decidir en qué lugar reinstaura, si es que ha de ser reinstaurada, la estatua flotante y eventual de don Antonio Cánovas del Castillo.

Lo que sí hay que aplaudir sin más reservas que las exigidas por el distanciamiento brechtiano que pide el tema, es el buen sentido actual de erigir monumentos a señores «que no se me puedan morir», tales como el queso manchego, el. porrón, la patata temprana, el i chiflo del afilador o la misma bellota.

Ya fue un acierto aritmético y un signo de prudencia histórica lo de los monumentos genéricos: al maestro y no al padre Manjón, al procurador en Cortes y no a Eduardo Tarragona, al soldado desconocido y no al general Rommel, pero la moda de levantar monumentos a las cosas, a la que seguirá la de erigir estatuas a los conceptos (cuando las corporaciones locales lleguen al arte abstracto), es el cúlmen de la sublimación estatuariay el golpe de gracia al culto de a la personalidad. Lo siento por los salvadores de la Patria y me alegro por la bellota de Guadalmez. — MÁXIMO.

jueves, 11 de marzo de 2010

LA ALDEA DE GUADARMES 1452

Este es el documento en el que aparece por primera vez mencionada la aldea de Guadalmez, a mediados del siglo XV. Por la importancia que tiene en nuestra historia, pasamos a trascribirlo íntegramente:

Vega de el Río. Septiembre 11 del 1452

Escritura de Apeo y deslindamiento y posesión, que Lorenzo Mesa y Juan González Y otros vecinos de Chillón hicieron y tomaron de unas tierras calmas en la Vega de la dicha villa de una y otra parte del Río de Guadalmez, en 11 de septiembre de 1452 por ante Gonzalo González de Soria escribano de la dicha villa merced al Alcayde de los Donceles Martín Fernández de Córdoba, Señor de ella=

En la Vega de el Río de Guadarmes, jurisdicción e termino de la villa de Chillón, del honrado y noble Caballero Martín Fernández, Alcayde de los Donceles de nuestro Señor el Rey. Lunes once días del mes de septiembre año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mill e quuatrocientos e cinquenta e dos años, este día estando en la dicha Vega de la otra parte del dicho Río hacia el Villar que disen de Benito, en presencia de mi Gonzalo González de Soria, escribano e notario de nuestro Señor el Rey e escribano público de dicha villa de Chillón a merced del dicho Señor Alcayde , e de los testigos de iuso escriptos sus nombres por que fui ende llamado e especialmente rogado por Pero Martinez Ruano en nombre e como tutor e poniente de Lorenzo de Mesa, fijo de Alvar Gonzales que y estaba presente, y otrosi, e Domingo Ruiz Cano Carpentero por nombre de María Gonzales de Mesa, su muger, prima del dicho Lorenzo, e fija de Juan Gonzales, hermano del dicho Alvar Gonzales, vecinos de esta dicha villa, para les dar fe e testimonio de lo que en de viese e oyese, e ante mi pasar, e luego el dicho Pero Martinez Ruano e el dicho Lorenzo, su sobrino, e el dicho Domingo Ruiz en nombre de la dicha María Gonzales, su muger, dijeron que por cuanto los dichos Lorenzo e maría Gonzales, han e tienen e poseen por suias e como suias ciertas suertes de tierras calmas de pan llevar en la dicha vega de la una parte e de la otra del dicho Río por justo e derecho título hereditario, que fueron de Cecilia Gonzales, su abuela, Madre de los dichos Alvar Gonzales e Juan Gonzales, sus padres, e ellos las querían bien saber o conocer e apear por que dijeron que algunas personas pospuestas la conciencia se las usurpaban e sembraban e non las pagaban, ni querian pagar terrados de ellas, e que por cuanto Matheo Sánchez de Puerto Mellado, fijo de Miguel Sánchez de Puerto Mellado, e Pero Sánchez Barriga, el Rico, fijo de Mayor García, vecino desta dicha villa que y estaban presentes conocían e sabian muy bien las dichas tierras que les rogaban e rogaron, que en presencia de mi el dicho escribano e de los dichos testigos andoviesen e apeasen e sañalasen las dichas tierras so cargo de juramento que en publica forma ficieron e de lo que asi apeasen e señalasen por tierras suias le diese dello un Ynstrumento signado con mi signo en publica forma para guarda de su derecho, e luego los dichos Matheo Sánchez e Pero Sánchez Barriga, dijeron que ellos conocían e sabian bien las dichas tierras, e por do iban e por les complacer e quitar reguridades e derivaciones, que sobre la dicha razón muchas veces les acaescen, que ellos querian luego mostralles las dichas sus tierras e apeallas e en llegando a ejecución lo susodicho, comenzaron a apear una suerte de tierra que esta de la otra parte del dicho Río, desde el camino e senda que viene de las casas de la Ballestera por medio de la dicha Vega e desde el dicho camino e senda ayuso fasta llegar al dicho Río primeramente, desde un regajo de agua, que descende de la sierra de Cerca del dicho Villar de Benito, fasta dar en el dicho camino, e senda, e comienza la una suerte de tierra desde el dicho camino por en derecho fasta dar en el dicho Río al cabecero de la Tabla de los Gavilanes, e alinda desde el dicho camino hasta llegar al dicho Río con tierras de Pero Fernández de Guadarmes, e tornando al dicho camino, e continuándolo todavía por la dicha Vega hasta pasar de en par de las casas del Cucarral e llegar al arroyo que dicen de los Molarejos, e desde este arroyo de los Molarejos siguiendo el arroyo ayuso fasta dar en el dicho Río de Guadarmes al vado que dicen de Revientabueyes, llega la dicha suerte de tierra del un cavo alinda esta suerte de tierra con el dicho Río, e por parte de arriba con la dicha senda e camino e por parte de arriba del dicho camino dijeron que son las tierras que llegan desde el dicho camino hasta la sierra de las Alijares e dellas a señoradas del Cucarral que fueron de Diego Alvarez de Mesa, que son agora del Concejo desta villa, por compra que dellos fizo el Concejo, de Diego Gonzales, alcalde desta villa, e luego pasaron de esta otra parte del dicho Río de Guadarmes encuentra los majuelos e apearon otra suerte de tierra calma de pan llevar que comienza desde el suelo de la Posada de colmenas que dicen de Cecilia Gonzales, abuela de los sobredichos, e desde la gavia de los dichos Majuelos alinda esta suerte de tierra con el ejido de la Aldea de Guadarmes y con tierras de Andrés Martinez Roldan que fueron de Alonso Fernández de la Pinilla de por debajo de la dicha aldea va la dicha suerte de tierra un rato por el camino que va de la Aldea al arroyo de las Buitreras pasando de la Laguna e va una linde en la cual se ficieron señales en ciertas encinas con cuchillo en los troncones dellas a manera de Cruces e ciertos mojones de piedra a trechos hasta llegar al dicho arroyo que dicen de las Buitreras, e alinda esta suerte de tierra por parte de la Sierra con ciertas tierras de Pan llevar que son de Pedro Fernández de Guadarmes con la dicha sierra que dicen de las Buitreras e de la otra parte de yuso con dicho Río de Guadarmes según que por los dichos Matheo Sánchez e Pero Sánchez Barriga quedaron señaladas e amojonada e luego los dichos Matheo Sánchez e Pero Sánchez acordadamente juraron por el nombre de Dios e de Santa María e por las Palabras de los Santos Evangelios e por esta señal de cruz, en que pusieron sus manos derechas corporalmente en forma sabida de derecho que saben e son ciertos que estas dichas suertes de tierra de suso alindadas que fueron de la dicha Cecilia Gonzales, Abuela de los dichos María Gonzales e Lorenzo, e las tobo e poseo por suias fasta que fino, e después de su finamiento sucedieron por herencia en los dichos Alvar González e Juan Gonzales, sus hijos, e después de su finamiento de los dichos Alvar Gonzales e Juan Gonzales que las hubieron e heredaron los dichos María Gonzales e Lorenzo sus fijos y de todo esto segund pasó el dicho Lorenzo, e el dicho Pedro Martinez Ruano su tio e tutor en su nombre e el dicho Domingo Ruiz Cano por si e en nombre de la dicha María Gonzales, su muger, pidieron a mi el dicho escribano que les diese un Ynstruemnto publico signado con mi signo para guarda de su derecho e Rogaron a los homes buenos que estaban presentes que les fueren dello testigos e yo diles ende este segund pasó que es fecho e pasó todo lo sobredicho en la dicha Vega del dicho Río de Guadarmes en el dicho día Lunes once dias del dicho mes de septiembre del año susodicho del Señor de mill e quatro cientos e cinquenta e dos años; a lo cual todo fueron presentes por testigos llamados e rogados para ello Gonzalo Gonzales Calero e Juan Fidalgo e Pero García Cano, el Mozo, e Alonso Muñoz del Bejarano, e Alonso Sánchez de las Casillas, vecinos e moradores desta dicha villa de Chillón: va escrito sobre el primer renglón o diz del Río , escrito en tres renglones o diz: del Concejo, e va escrito sobre raido: o diz Domingo e o diz: Gonzales Alcalde de esta villa e entre renglones: o diz que non le empesca= e yo Gonzalo Gonzales de Soria escribano de nuestro Señor el Rey, e su notario publico en la su Corte e en todos sus reinos e señoríos e escribano publico de la dicha villa de Chillón, fui presente a todo lo sobredicho en uno con los dichos testigos e lo fiz escribir segund pasó e sobre todo...e por ende fiz a qui este mio signo en testimonio de verdad.

Concuerda con el apeo original escrito en pergamino que para efecto de sacar esta copia estando en el Archivo General de la Casa y Estados del Exmo. Sr. Duque de Medinaceli, Feria y Alcalá, Marqués de Comares, escribió ante mí Don Francisco María Sagade-Bogeiro, su archivero mayor quien lo volvió a recoger y firmar aquí su recibo a que me remito: y para que conste de pedimento de dicho Exmo. Señor Duque , yo Diego Rodríguez Vizoso, escribano del Rey nuestro Señor y de Comisiones vecino de esta villa de Madrid doy el presente que digno y firmo en ella a treinta de diciembre de mil setecientos sesenta y tres= Cmm do este día=

ARCHIVO GENERAL DE ANDALUCIA. Sección Comares (MARQUESADO)Legajo: 55. Pieza: 11 (Trascripción realizada por Carlos Mora Mesa)

miércoles, 10 de marzo de 2010

D. LEANDRO F. NIÑO, MAESTRO DE GUADALMEZ

Había nacido D. Leandro Niño en la localidad ciudarrealeña de Villarrubia de los Ojos un 13 de marzo de 1857, y muy probablemente a partir de 1875 se encontraba ya como Maestro de primera enseñanza elemental en la aldea de Guadalmez, es decir, casi desde el mismo momento de terminados sus estudios, y donde permanecería el resto de su carrera profesional.

De talante liberal en cuestiones de enseñanza, aunque de moral conservadora, e imbuido en los planteamientos regeneracionistas de la época, que luchaban por hallar las causas de la decadencia de España, se tomó muy en serio su labor docente, como medida para poder sacar al pueblo llano del analfabetismo, y así lograr una sociedad mejor preparada, que pudiera trabajar para hacer de España un gran país. A tal grado llegaba su compromiso, que incluso en 1887 solicitó al Ministerio de Instrucción pública poder seguir como Maestro de Guadalmez, aunque el Concejo de la Aldea no tuviera dinero con que poder hacer frente a su sueldo:

“... El ilustrado Maestro de primera enseñanza, D. Leandro Niño, ha ofrecido regentar gratuitamente la Escuela de adultos de Guadalmez (Ciudad Real), en caso de que el Ayuntamiento no cuente con recursos para sostenerla...”

En el año de 1882 participó como ponente en el Congreso que sobre educación se celebró en Madrid, y allí coincidió con el político D. Segismundo Moret, vecino ocasional suyo de Guadalmez, cuando éste acudía a su Palacio de la Vega de San Ildefonso, en busca de la tranquilidad que su agitada agenda madrileña le negaba. Allí propuso que a los analfabetos se les debía enviar a las islas de Cuba y Puerto Rico, a aquellas mismas islas, donde veinte años antes, el 4 de julio de 1870, había sido abolida la esclavitud, siendo Ministro de Ultramar D. Segismundo Moret. Puede que aquí se precipitase D. Leandro en su afán por exterminar el analfabetismo del suelo patrio. Una década más tarde, en julio de 1892, volvió a participar, junto a miembros y rectores de universidades, ateneos, institutos e incluso el Ministro de educación brasileño, en el Congreso internacional pedagógico, de ámbito hispano-portugués-americano, celebrado nuevamente en Madrid. En ambos aparecía inscrito como Maestro de la Escuela pública de Guadalmez.

Por toda su labor en pro de la educación, y a propuesta del Ministerio de Fomento, con el aval del Marqués de Perales, fue reconocido con la Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica el 21 de octubre de 1895, impuesta por la misma reina regente, María Cristina, en nombre de su augusto hijo Alfonso XIII.

En 1897, vería la luz su obra “Tratado geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Ciudad Real”, editada en un tomo encuadernado en rústica y de 164 páginas, en la que pretendió recopilar todo el conocimiento que sobre Ciudad Real y su provincia, pudiera ser de utilidad para sus estudiantes. Años más tarde, en 1905, la editorial Sucesores de J.M. Ruiz-Morote de Ciudad Real, publicará una segunda edición, reformada, notablemente ampliada y aprobada por Real Orden de 8 de junio de 1898 de 176 páginas, y que dedicará a su hermano, sacerdote, D. Florentino Niño. En ella no va a olvidar a su querido Guadalmez, del que escribirá en su edición de 1897:

“...Antes Palacios de Guadalmez, perteneciente al señorío del Marquesado de Comares, a una legua del antiguo y derruido castillo de Aznaharon y a quinientos setenta y cinco metros de elevación, forma límite con las provincias de Badajoz y Córdoba, o sea con Garlitos, Capilla y Peñalsordo de la primera y con Santa Eufemia y el Viso de la segunda, pasando el río de su nombre a trescientos metros de distancia y la vía férrea a quinientos; pero la estación de Pedroches que es la más próxima está a cuatro kilómetros, y a seis la de Belalcázar, aprovechando el telégrafo del Gobierno de la estación de Chillón, que está a una legua.

Al ser anejo de Chillón se instruyó expediente de segregación, en mil ochocientos ochenta y uno, por los muchos y buenos elementos de vida con que cuenta; pero faltándole solo tener los dos mil habitantes que exige el artículo segundo de la Ley Municipal, fue denegado por la Diputación.

En el año mil quinientos diez y seis, según escritura otorgada en el castillo de los Donceles, el Duque de Medinaceli le hizo donación de una magnífica dehesa, la que dividida en tres quintos se dedica, uno de ellos a labor todos los años y los otros dos a pastos, sin que sus vecinos tengan que pagar nada por esas labores.

A dos kilómetros de distancia empiezan las excelentes posesiones de la Vega de San Ildefonso, propiedad del Excmo. Sr. D. Segismundo Moret, cuyo señor, con su familia, pasa algunas temporadas del año en el suntuoso Palacio que en ellas tiene.

Guadalmez, cuyo origen data de la dominación árabe y que está defendido al Norte por elevados cerros, cuanta con ochocientos habitantes, los que se dedican a la agricultura, a la crianza de animales y a la caza.

Su Iglesia parroquial de San Sebastián, que hasta el establecimiento del Obispado de Ciudad Real, perteneció al de Córdoba, está servida por el Párroco, teniendo para la Instrucción primaria, una Escuela Elemental de niños y otra de niñas, establecidas en locales alquilados, que dejan bastante que desear...”

Otro de sus objetivos, junto a la mejora de la calidad pedagógica en la enseñanza, va a ser su lucha por acabar con la precaria situación de los mismos Maestros, y como ejemplo, el artículo “Cambio de Postura”, que publicó el 15 de junio de 1900 en la Gaceta de Instrucción Pública, en el que abogaba por los derechos de los Maestros sin escuela, o la petición que elevará en noviembre de 1909, al Ministerio de Instrucción pública, con la súplica de que se autorice por parte de éste el paso de los Maestros de 625 pesetas de sueldo a las sucesivas categorías, siempre que lleven quince años de servicios, tengan las oposiciones aprobadas y estén incluidos en el escalafón de la provincia por méritos.

Si bien, tuvo algunos problemas con la Junta de Instrucción Pública de Ciudad Real por sus métodos de enseñanza, no fue expedientado por ello, como le ocurrió tras la inspección a la que fue sometido en 1903, y que en mayo de ese mismo año, la propia Junta desechaba al no encontrar cargos para tal acusación:

“…Informar a la superioridad, de acuerdo con la Inspección, que no procede la formación de expediente gubernativo al Maestro de la Escuela pública de niños de Guadalmez, anejo de Chillón, D. Leandro Niño y Fernández Izquierdo, por no resultar cargos en su contra…”

Pero todos estos malentendidos debieron influir en la decisión del Consejo de Enseñanza Nacional, para que a una persona con su trayectoria pedagógica, su formación, su generosidad y su faceta de autor, se le desestimara en agosto de 1924 su instancia de ascenso o ascensos que por tales servicios y méritos le correspondiera, pese a haber sido nombrado a finales del siglo XIX como Caballero de la Real Orden de Isabel La Católica y otorgado el Diploma para el uso de la Medalla de Plata de S.M. el rey D. Alfonso XIII, honores que atestiguaban el reconocimiento que por parte del Estado se le atribuía.

Un frío 12 de diciembre del año 1930, cuando la monarquía alfonsina daba sus últimos estertores, y los españoles soñaban con los idealas de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, que traerían un pais más moderno y equitativo, moría, a los 73 años de edad, D. Leandro F. Niño y Fernández Izquierdo en su casa de la calle Martinez Anido nº 29 de Guadalmez, acompañado de su esposa, Doña Milagros Mayón Rojas, y de su criada Policarpa Sánchez. Sus ojos, que contemplaron el caos de la I República, no pudieron ser testigos de la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 en la madrileña Puerta del Sol. Requiescant in pacem.

Carlos Mora Mesa

BIBLIOGRAFÍA:Mora Mesa, Carlos: “Guadalmez, de Manantial a Río. Un paseo por su Historia”. 2009

LIBRO DE SEGLARES DE CÓRDOBA.1752

A continuación vamos a transcribir del original, los datos relativos a la aldea de Guadalmez, que aparecen en el Libro o Censo de Familias de Seglares del reino de Córdoba, realizado el 27 de marzo de 1752:

Barrio de Guadalmez


Juan de Mora Parralejo, de oficio barbero, de edad de treinta y ocho años: casado...

Andrés Camacho, labrador por su mano, de edad de sesenta y seis años: casado, tiene dos hijas....

Juan Salvador, labrador por su mano, de edad de treinta y cuatro años, casado, tiene un hijo de menor edad y dos hijas

Diego Sánchez de la Cruz, sacristán de la parroquial de dicho barrio, de edad de cincuenta y cinco años, viudo, tiene un hijo de menor edad...

Diego Gallardo, jornalero de edad de treinta años: casado, tiene una hija...

Francisco Panizo, labrador pro su mano, de edad de treinta y nueve años, casado...

Antonio Rayo, menor .......

Juan Rayo, menor .......

Francisco Ruiz Garrido, de servicio jornalero, de edad de treinta y cinco años, casado, tiene una hija

Juan Jurado, jornalero, de edad de veinte y ocho años, casado...

Francisco Perea, labrador por su mano, de edad de veinte y ocho años, casado, tiene dos hijos, una mayor de edad, jornalero y el otro menor y una hija....

Andrés Manzanares: labrador sirviente de edad de treinta y ocho años: casado...

Juan Babiano, labrador por su mano de edad de cincuenta y tres años: viudo, tiene un hijo de menor edad...

Alphonso Pizarro, labrador por su mano de edad de cuarenta y dos años: casado, tiene dos hijos de menor edad....

Juan de Abila, labrador por su mano, de edad de cincuenta y dos años: viudo, tiene un hijo de mayor edad, labrador...

Diego Galindo, jornalero de edad de cuarenta años: casado, tiene dos hijos de menor edad...

Bartholomé Murillo, ganadero, de edad de veinte y cinco años: casado, tiene una hija...

Pablo Gallego, labrador por su mano, de edad de setenta y cuatro años: casado, tiene dos hijos de mayor edad, labradores, y una hija.......

Francisco Donaire, jornalero de edad de veinte y ocho años: soltero. Tiene en sus casas una tía ....

Joseph Torres, ganadero de la Vez del Concejo, de edad de treinta y dos años: casado....

Francisco Parral, jornalero, de edad de treinta y siete años: casado......

María Larga, de edad de cuarenta y cuatro años, viuda, tiene cuatro hijos, el uno de mayor edad, jornalero, y los tres de menor...

Pedro Manzanares, ganadero, de edad de cincuenta y cinco años: casado, tiene dos hijos de menor edad y una hija....

Thomás Cerezo, ganadero sirviente, de edad de veinte y un años, soltero......

Manuel Talavera, labrador por su mano de edad de cuarenta años, soltero.....

Alonso Pavón Arnaldo, jornalero de edad de cincuenta años, soltero.....

Jerónima Durana, de edad de cincuenta y seis años: viuda, tiene dos hijos de mayor edad, jornaleros y una hija......

Juan María Calderón, jornalero de edad de veinte y ocho años, casado, tiene un hijo de menor edad y una hija......

María Cruz de la Calle, de edad de cincuenta y dos años, viuda....

Fernando Antonio Gómez, jornalero, de edad de treinta y siete años, casado, tiene tres hijos menores de edad....

Andrés Beloso, labrador por su mano, de edad de cuarenta años: casado .....

Diego Rayo, labrador por su mano, de edad de treinta y cuatro años: casado, mantiene en sus casas un sobrino de menor edad....

Roque Tamurejo, labrador por su mano, de edad de veinte y dos años: soltero....

Juana Fernández, menor....

Joseph Rayo, menor....

Ángela Bernarda Fernández, de edad de treinta y dos años, viuda, tiene un hijo de menor edad y una sobrina, aquel de diez y siete años, jornalero....

Gerónimo Pastor, jornalero, de edad de treinta y seis años: casado....

Pedro Fernández: labrador por su mano de edad de treinta años: casado, tiene una hija y un sobrino de menor edad....

Sebastián amaro, ganadero de edad de treinta y cuatro años, casado....

Joseph Romero, ganadero, de edad de veinte y seis años, soltero......

El Escribano de Su Majestad, vecino de la villa de Torremilano, infraescripto certifico que este Libro compuesto de cincuenta y dos hojas conuta rubricados sus pliegos por el Señor Don Fernando Valdés Quirós, Corregidor, Intendente y Superintendente General de Rentas Reales de la ciudad de Córdoba y su provincia está conforme a lo que resulte de los autos y diligencias practicadas para la verificación de las......... y efectos y demás pertenencias ..... de la villa y término de Chillón y su barrio de Guadalmez y para que conste lo firmo en la referida villa de Chillón a veinte y siete días del mes de marzo de mil setecientos cincuenta y dos.Fdo.: Antonio Ramirez.


ARCHIVO HISTÓRICO DE CÓRDOBA
Signatura AHPCO Lib. 645

Libro o Censo de Familias de Seglares de Córdoba. Año de 1752 (27 de marzo de 1752)

EL INDIANO D. ANTONIO GARCÍA COELLO


La ciudad de Monterrey se asienta a los pies del majestuoso Cerro de la Silla, una impresionante montaña que alcanza los 1288 metros y que desde cualquier punto de la ciudad se puede divisar como a un guardián eterno que se ha convertido, por mérito propio, en símbolo de la urbe mexicana.

Cuanto se parecía este Cerro de la Silla al Peñón del Pez de su tierra natal allá en la pequeña villa de Peñalsordo, en tierras de Extremadura y del Arzobispado de Toledo. Y como gustaba de contemplarlo, ya en sus últimos años, sentado en una silla en el patio de las casas que levantara sobre el solar que había pertenecido a Santiago Barrera y a Don Nicolás de Vandale Massieu, en la calle que llamaban de San Francisco.

Por que Don Antonio García Coello había nacido en el año de Nuestro Señor de 1666 en esa villa del antiguo Estado de Capilla, tierras todas ellas de la Casa de Béjar, y con la esperanza de mejorar su fortuna, se había enrolado en las tropas que el rey de Castilla enviaba a sus nuevos dominios de Nueva España, lo que hoy conocemos como República mexicana.

De todos era sabido que quien en el Nuevo Mundo quería medrar, algo debería arriesgar, y la llegada de Don Antonio coincidió con el hallazgo de ricas minas de plata en la provincia del Nuevo Reino de León. Allí, en la Sierra de Minas Viejas los indios Alazapas habían descubierto en torno a 1689 las atractivas vetas del mineral argentífero y lo habían comunicado a los Tlaxcaltecas, quienes no tardaron en informar a las autoridades coloniales y el territorio pronto se inundó de mineros, comerciantes y aventureros. Son los años en los que surgen las poblaciones de El Real de Santiago de las Sabinas y de San Pedro de Boca de Leones, y es en esta última población donde volvemos a tener noticias del extremeño García Coello que ya en 1702 se dedicaba al comercio y al beneficio de los metales, mientras que con su espada, defendía la fuente de sus riquezas de los ataques nativos de indios Alazapas, Tobosos, Apaches y Catapaches. Por sus méritos militares será ascendido a capitán, y por su astucia mercantil, llegará a convertirse en un rico hacendado que, conforme las canas van ganando terreno al ardor juvenil, comenzará a ambicionar los cargos municipales que le hagan un “Hombre Respetable” en la sociedad regiomontana y le aseguren una senectud plácida y de merecido reconocimiento.

Así, con este propósito, en el año de 1722, dejará su Hacienda en el Real de Santiago de las Sabinas y se trasladará a vivir a la capital de la provincia, Monterrey, donde edificará unas casas en la Calle de San Francisco, en el mismo centro de la ciudad y junto al cauce seco del río Santa Catarina. Muy pronto será conocido en los ambientes de las clases dirigentes municipales, pues entre los años de 1724 y 1725 ejercerá de alcalde ordinario. A este cargo, añadirá ese mismo año de 1725 el de Teniente de Gobernador de la provincia de Nuevo León, nombrado por el Gobernador de la misma, Don Pedro de Sarabia Cortés y tres años más tarde pasará del grado de capitán al de General en reconocimiento a sus muchos y buenos servicios prestados a la Corona.

En sus últimos años de vida se vuelve un hombre piadoso y temeroso de Dios, quizá por que está cerca la hora en que ha de rendir cuentas, y llega a ocupar el puesto de mayordomo de la fábrica de la Iglesia de San Francisco Javier, regida por los jesuitas, siendo así mismo señalado como uno de los mayores devotos de la patrona de Monterrey, la Virgen del Roble.

Nada sabemos de si llegó a tener esposa o dejó hijos que continuasen con su apellido y Hacienda, pero a tenor de lo expuesto en sus últimas voluntades, parece que careció de descendencia. Y por ello, parece lógico que cuando un 25 de septiembre de 1728 decidió otorgar testamento, ante el sargento Miguel Guajardo, alcalde ordinario de la ciudad ese año, legase la mayor parte de sus bienes a la Santa Madre Iglesia.

Su ya mencionada devoción por Nuestra Señora del Nogal, más conocida como la Virgen de Roble, le llevará a donar 300 pesos para que se continúe con la construcción de una capilla donde poder albergar su imagen y que se había iniciado dos años atrás, en 1726, gracias a los 100 pesos legados por el general Don Francisco Báez de Treviño. Las obras de esta capilla no finalizarán hasta el año de 1752, auque ya en 1735 poseía un retablo dorado de siete varas de altura. También dedicará 1.300 pesos para techar la iglesia jesuítica de San Francisco Javier, que hacía las funciones de parroquia, y 200 más para dorar el altar mayor de la misma, de cuya obra, recordemos, fue mayordomo hasta su muerte.

A todo ello hay que sumar 1.000 pesos para la reconstrucción del Convento de San Francisco, que fue destruido por un incendio en 1710, y 2.000 más dedicados a la construcción de un altar bajo la advocación de Jesús María en el mismo convento. También dejará como legado una casa a favor de los padres apostólicos del hospicio del Real de San Pedro de Boca de Lobos, hospicio que fuera construido en un solar donado en 1715 por el licenciado Francisco de la Calancha y Valenzuela.

Para que estás, sus últimas voluntades, se cumplieran, Don Antonio García Coello nombrará como su albacea testamentario a Don Mateo de Lafita y Berri, vecino del Real de Santiago de las Sabinas, quien para poder cumplir con lo ordenado se verá obligado a vender por 2.000 pesos de oro común la Hacienda que el general García Coello poseía en el Real de las Sabinas en 1735 y por escritura de 22 de junio de 1746 hará lo mismo y por idéntico valor con las casas de la calle de San Francisco, que serán adquiridas por el Gobernador Don Pedro de Barrio.

En esas mismas casas que Don Antonio García Coello levantara en la calle de San Francisco, y desde las que gustaba mirar al Cerro Silla, como si del Peñón Pez se tratara, murió nuestro general un 8 de marzo de 1730, siendo enterrado en el Convento de San Francisco, junto al altar puesto bajo al advocación de Jesús María y que costeó por legado con los 2.000 pesos que el Gobernador Don Pedro de Barrio pagó por esas mismas casas que un día él levantó sobre el solar que había pertenecido a Santiago Barrera y a Don Nicolás de Vandale Massieu.

Será gracias a la labor de investigación encomiable del historiador mexicano Israel Cavazos Garza, el que hoy podemos reconstruir la vida de este insigne peñalsordense, al que habrá que otorgarle el reconocimiento que buscó por su azarosa vida, y regalarle con nuestro recuerdo la inmortalidad que sólo los intrépidos merecen.
Carlos Mora Mesa

martes, 9 de marzo de 2010

LA PARROQUIA DE GUADALMEZ: DE ANDALUCÍA A LA MANCHA

Desde los mismos orígenes del cristianismo en esta tierra, Guadalmez ha estado siempre ligada a Córdoba, pues ya el Concilio de Elvira del año 302, el primero celebrado en la Bética, contó con la presencia de Eumencio, presbítero de Solia, ciudad romana situada a orillas del río Guadalmez, a la que algunos autores ubican junto a la desembocadura de este río con el Zújar, y que formaba parte del Conventus Cordubensis, siendo Osio su primer obispo.

Antes incluso de la conquista cristiana, tras el periodo de Al Andalus, el papa Honorio III, en la Bula de 8 de febrero de 1217, dejaría Chillón y su aldea de Palacios de Guadalmez bajo la jurisdicción del obispado cordobés, tras delimitar el territorio perteneciente al Arzobispado de Toledo, en el que sí se incluiría la antigua diócesis de Oreto, de la que formaban parte la mayoría de los actuales municipios de Ciudad Real.

Tanto Chillón, como su aldea de Palacios de Guadalmez, pertenecieron durante siglos al reino de Córdoba y a su obispado, hasta que en 1833, por un Real Decreto de 30 de noviembre, se crease la provincia de Ciudad Real, y pasaran a formar parte de la nueva demarcación manchega.

A pesar de ello, la parroquia de San Sebastián de Guadalmez seguirá perteneciendo eclesiásticamente al Obispado cordobés, y así aparece descrito en la Guía del Estado Eclesiástico de España para el año de 1849:

“… No hay territorios de otras diócesis enclavados en esta, y todos sus pueblos corresponden en lo civil á la provincia de Córdoba; solo los de Chillón y su anejo Palacios de Guadalmez pertenecen á Ciudad Real…”

O en la delimitación que del Obispado de Córdoba describe en 1867 el “Manual histórico-topográfico de la ciudad de Córdoba” de D. Luis Mª Ramírez y de las Casas Deza:

“... Fuera de la provincia tiene el Obispado a Chillón y su aldea de los Palacios de Guadalmez, que son de la de Ciudad Real...”

Con el Concordato de 1851 entre el Reino de España y el Estado Vaticano, comenzará a fraguarse la idea de erigir una nueva diócesis en las tierras del antiguo obispado de Oreto, incorporadas desde la conquista cristiana al arzobispado de Toledo, y que pasaría a denominarse Obispado de Ciudad Real, para aglutinar como Priorato a las cuatro órdenes militares de Santiago, Alcántara, Montesa y Calatrava. Pero la supresión de las órdenes miliares durante la I República, el 9 de marzo de 1873, impedirá que tal propósito llegue a ejecutarse. Habrá que esperar al reestablecimiento más tarde de las mencionadas órdenes militares y a la promulgación de la Bula Ad Apostolicam, el 18 de noviembre de 1875, por el Papa Pío IX, para que el nuevo Obispado de Ciudad Real sea una realidad. La referida Bula asignará a la nueva diócesis todo el territorio de la provincia civil de Ciudad Real, “... integrum territorium Provinciae civilis Cluniae cum ómnibus civitatibus, torris, castris, pagis...”, lo que significará que también las poblaciones de Chillón y Palacios de Guadalmez, abandonarán la diócesis de Córdoba para pasar a integrarse en el nuevo Obispado de Ciudad Real. Con ello, la parroquia de San Sebastián dirá adiós a su último obispo cordobés, el gran filósofo tomista Fray Ceferino González. En el Auto Ejecutorial de la Bula Ad Apostolicam, llevado a cabo por el Arzobispo de Toledo, el Cardenal Moreno, el 15 de mayo de 1876, se señalará como nuevo territorio del Priorato de las órdenes militares en su límite meridional:

“... sigue toda la cordillera de dichos montes o sierra de Almodóvar y va a caer al río Guadalmez por los molinos de la Ribera. Ya en este punto, toma la corriente del expresado río y no la abandona hasta la desembocadura del mismo en el Zújar, donde termina la provincia de Córdoba y el límite del Sur.
De este punto, y formando ángulo con el Guadalmez, parte el límite de Oeste de dicha provincia de Ciudad Real, cuya línea divisoria entre esta y la de Badajoz pasa por poniente de Chillón...”

En su punto tercero va a establecer que “...este territorio del Priorato de las Ordenes lo componen:...Chillón, con su parroquia de San Roque y su filial la aldea de Guadalmez: tiene dos mil novecientas quince almas, y las iglesias y ermitas del Santo Cristo de la Caridad y la de Guadalmez...”.

Dicho Auto Ejecutorial será promulgado solemnemente en Ciudad Real, por el citado Arzobispo D. Juan Ignacio Moreno el 4 de junio de 1876, día de Pentecostés, siendo nombrado como primer titular de la silla episcopal manchega D. Victoriano Guisasola Rodríguez. Pocos años después, en 1892, se celebrará el primer Sínodo Diocesano donde se aprobarán las Constituciones Sinodales del Obispado-Priorato de las Cuatro Órdenes Militares, y en el que participará como ecónomo de entrada el párroco de Guadalmez, D. Antonio Sánchez Tirado.


Carlos Mora Mesa

ALABANZA PARA "Guadalmez, de manantial a río"

De placeres me lleno
acabar esta lectura
consiguiendo su escritura
no me sienta tan ajeno.

Sea cual sea la teología
procurando siempre presto
no tratarla de herejía,
soy un lector modesto.

Con agrado recreaba
tras la lección contenida
aplicarlo a la escuálida
historia que sabía.

El sentido que orientaba
mi recatada sugestión
se convierte sin inermes,
tras la égida de sus palabras
fuente de enérgica dicción.
Juro que sin sombras
haciendole llegar presuroso
mi profunda admiración.

Félix Sánchez Paredes.